26 de junio de 2010

Siempre quise ir a L.A.

Dejar un día esta ciudad, cruzar el mar en tu compañía. Pero ya hace tiempo que me has dejado, y probablemente me habrás olvidado. No sé que aventuras correré sin ti.

Y ahora estoy aquí sentado en un viejo Cadillac de segunda mano, junto al Mervellé, a mis pies mi ciudad. Y hace un momento que me ha dejado, aquí en la ladera del Tibidabo, la última rubia que vino a probar el asiento de atrás.

16 de junio de 2010

Co-razones

"yo la quiero por muchas más razones que vosotros"

Carlos Salem


No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza
por eso de que sus caderas...

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa
y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.

Pero además la he visto seria ser ella misma
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.

Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas
y cómo se revuelve sobre las baldosas
y qué fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo
de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...

Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que
me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de
golpe y de frente
para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas.

No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace,
y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende
el que pierdas la cabeza por sus piernas
y el sentido por sus palabras
y los huevos por un mínimo roce de mejilla.

Que las suspicacias,
los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte
son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.

Que yo también la veo.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.

Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio
superior.

Que conozco su voz en formato susurro
y formato gemido
y en formato secreto.

Que me sé sus cicatrices
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para
conseguir que se ría,
y me sé lo de sus rodillas
y la forma de rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono
pero también el número de sus escalones
y el número de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por
bulerías.

Que no solo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirla que no a nada
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos
enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que exista.

Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que
estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la
puso el camino,
y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no
me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de "mira sí, un polvo es un polvo",
y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas
y solo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.

Que te entiendo.
Que yo escribo sobre lo mismo.
Sobre la misma.

Que razones tenemos todos.


Pero yo
muchas más que vosotros.

[E.A]

13 de junio de 2010

Miedo


Me da miedo el vacío que

queda entre dos personas

que se han querido cuando ya no se quieren.

Las despedidas.

Y sobretodo...

sobretodo los "para siempre".